MEJOR QUE MIL PALABRAS
Ahi estaba ella, caminando y mirando cada paso que daba, su pelo ondulado y largo era movido por el viento como una cascada de agua azul y fria. Su tez blanca relucía entre la niebla gris que la rodeaba mientras avanzaba poco a poco entre la noche. De repente alzo su cara y de sus ojos azules cayo una gota de tristeza, miro al cielo mientras la lágrima caia de su cara y tocaba el verde pasto como el rocio de la maniana. Siguio caminando sin rumbo, mirando alguna senial en el firmamente, una estrella fugaz, un nube que tapara la luna. Se preguntaba ?porque pasaba lo que pasaba y que hubiera pasado si no hubiese pasado lo que paso? todo era confuso, confuso e irremediable, ahora estaba sola y llorando por alguien que no lloraba por ella. Queriendo que la persona porquie lloraba era la unica que haria que ella dejara de hacerlo. La terquedad, el orgullo, el amor, la amistad, lagrimas llenas de lodo, un corazon pegado con tape, una rosa marchita, una chamarra sin boton. Sabia dentro que nada volveria a ser como antes, que la magia se habia acabado una noche de invierno como aquella, ya no se llamarian, ya no volveria a verlo, ya no pasaria nada. Se sintio vacia, tonta, desilucionada, miro de nuevo el cielo, la luna la veia desde arriba compadeciendola, las estrella fugaces se detenian al verla llorar. UNa lagrima mas cayo como un perfecto copo de nieve, helado, brillante, frio y descalzo. Deseo con todas sus fuerzas que se muriera por quien lloraba, que sufriera lo que ella estaba llorando, s dijo a si misma que jamas lo perdonaria, que nada la haria cambiar.
Alzo la vista, y entre la niebla que se disipaba logro ver una figura, un hombre de cabello oscuro, algo largo y lacio, vestido de negro, su gabardina, sus guantes, sus botas. El la miraba fijamente, no dijo una palabra cuando ella lo vio. Era como una estatua a la mitad de la desierta calle y el viento comenzo a soplar. El pelo de ella se movia y tapaba su cara, el metio sus manos en la gabardina. Ahora sus ojos se habia encontrado, azul y miel. Se acercaron poco a poco, la seriedad de el, las lagrimas de ella, sus corazones y tambien sus almas. Frente a frente, una mirada larga, una mirada ya no de orgullo ni de pasion, una mirada de tristeza, de sabiduria, de madurez, de una amistad que no puede ser, de sufrimiento largo, de perdon irracional, de compasion, de amor invernal.
El saco de su saco una flores, rosas blancas, se las dio, ella respondio con una debil cachetada que mas bien fue una caricia. Sin decir una palabra, sin emitir un sonido sin buscar otra mirada. Ella dejo caer las flores, el le dio su chamarra. Se abrazaron, con un abrazo eterno que lo decia mejor que mis escusas, mejor que mil perdones. Mejor que mil palabras.
Alzo la vista, y entre la niebla que se disipaba logro ver una figura, un hombre de cabello oscuro, algo largo y lacio, vestido de negro, su gabardina, sus guantes, sus botas. El la miraba fijamente, no dijo una palabra cuando ella lo vio. Era como una estatua a la mitad de la desierta calle y el viento comenzo a soplar. El pelo de ella se movia y tapaba su cara, el metio sus manos en la gabardina. Ahora sus ojos se habia encontrado, azul y miel. Se acercaron poco a poco, la seriedad de el, las lagrimas de ella, sus corazones y tambien sus almas. Frente a frente, una mirada larga, una mirada ya no de orgullo ni de pasion, una mirada de tristeza, de sabiduria, de madurez, de una amistad que no puede ser, de sufrimiento largo, de perdon irracional, de compasion, de amor invernal.
El saco de su saco una flores, rosas blancas, se las dio, ella respondio con una debil cachetada que mas bien fue una caricia. Sin decir una palabra, sin emitir un sonido sin buscar otra mirada. Ella dejo caer las flores, el le dio su chamarra. Se abrazaron, con un abrazo eterno que lo decia mejor que mis escusas, mejor que mil perdones. Mejor que mil palabras.
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